La Boda de Bárbara y Jaime

El pasado 28 de septiembre tuvimos una visita de una amiga muy especial, Silvia de @dreamingaboutweddings. Ella quería ver qué se vivía entre bambalinas en una boda en Prados Moros y desde luego que lo aprovechó. Estuvo al pie del cañón en cada momento, visitando y ayudando a cada parte del equipo. Y para acabar nos dejó esta preciosa crónica de la boda de Bárbara y Jaime.

La boda de Bárbara y Jaime vista por @dreamingaboutweddings

A tan solo media hora de Madrid, hay un lugar muy especial. Había oído hablar de esta finca en varias ocasiones, pero no había tenido la oportunidad de descubrirla con mis propios ojos… hasta ayer.

El sol calentando una mañana de octubre, los árboles reflejando tonalidades típicas del otoño, el cielo azul, las hortensias aun en flor, las mariposas revoloteando, el pantano en calma atravesado por sus cisnes blancos… Parece que estoy narrando un cuento de hadas, pero lo cierto
es, que se trataba de una boda en la Finca Prados Moros.

Bárbara y Jaime decidieron celebrar el día más importante de sus vidas aquí. Y esto fue lo que vivieron…

Tras la ceremonia religiosa celebrada en la Iglesia Arzobispal
Castrense de Madrid, los novios, sus familiares y amigos se desplazaron hasta allí. A partir de las dos y media de la tarde
comenzaron a llegar, entrando por el arco que da acceso al
jardín principal, con vistas al lago, donde se celebraría el cóctel
y donde fueron recibidos por los camareros con unas limonadas
fresquitas.

Aparecieron en el jardín un gran número de elegantes militares, vestidos con sus mejores galas, amigos y compañeros de oficio del novio, un ingeniero que trabaja en el ejército del aire.

Afortunadamente, no tuvieron que hacer uso de sus armas y sables, que pudieron dejar a buen recaudo en el ropero. Los invitados pudieron disfrutar de una agradable mañana bajo el sol de Guadarrama,
compartiendo anécdotas y haciéndose fotos con los recién casados, sentados en las mesas colocadas en el jardín, mientras los camareros les servían gran variedad de aperitivos fríos y calientes, con una cuidadísima presentación, todo elaborado por la cocina propia de Prados Moros, formada por un gran equipo que trabajaron poniendo todo su empeño y mimo.

Además de destacar calidad, presentación y sabor, resultó un éxito el despliegue de “show cooking” en los que se preparaban en directo migas con huevo de codorniz, carnes a la plancha, cortadores de jamón, cocteleras preparando caipiriñas y mojitos… todo ello servido en distintos puntos del amplio jardín.


Además, en Prados Moros se busca la diversión de todos. Por lo que, para los más pequeños, las monitoras de animación organizaron juegos, gymkanas por toda la finca, regalos, …

Acabado el cóctel pasaron al comedor. Las mesas estaban montadas con unos sencillos, pero elegantes manteles lisos en color azul turquesa y tostado, con unos cuidados centros florales en tonalidades blancas, verdes y rosas. Estos centros de flores también fueron realizados por el
equipo de Prados Moros, quienes habían cuidado hasta el más pequeño de los detalles.


En cocina, las últimas instrucciones a los camareros, quienes debían servir en perfecto orden y armonía a los 241 comensales. Y tras una exquisita comida, hubo muchas sorpresas. Los novios repartieron regalos a sus padres, unas copas de cava para brindar juntos. La novia repartió ramos de flores a las futuras novias, como es de costumbre, y pusieron el punto original dando un regalo a los buenos amigos del novio. Como Jaime trabaja en el ejército del aire, hizo un guiño a su profesión y regaló a sus invitados unos graciosos abrebotellas de plata en forma de avioneta, mientras que ellas, fueron obsequiadas con unas preciosas pashminas de distintos colores.

Y cómo no puede ser de otra manera, para finalizar la comida, una riquísima tarta elaborada
por el equipo de cocina de Prados Moros, decorada con flores a juego con los centros y con una graciosa figura de una avioneta y sus tripulantes, Bárbara y Jaime.

Uno de los momentos más emotivos de la boda, fue protagonizado por el mejor amigo del novio, quien le compuso una canción y cantó junto con su grupo de veraneo. Os podréis imaginar, la cara de emoción de los novios y las lagrimillas, al escuchar aquella letra.

¡¡Pero no más momentos sentimentales, llegó el momento del baile!! Y allá que fueron todos los invitados, a mover el esqueleto a la disco, un impresionante invernadero acristalado con vistas al lago. Por la noche, la escena parecía mágica. El ambiente decorado con guirnaldas de luces,
antorchas y velas, iluminaban la noche. Y para que todos bailasen hasta el final, se repartieron unas zapatillas comodísimas y los invitados pudieron recargar pilas en el Donut Bar y en el Candy Bar, al son de la música que pinchaba el gran DJ de Prados Moros.


Esto y mucho más, es lo que descubrí en Prados Moros.


Silvia Iturmendi
@dreamingaboutweddings

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